Comer bien en Amman

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Comer bien en Amman, Jordania, te puede costar mucho, o muy, pero que muy poco. Hay puestos de falafel por todos lados, e incluso en los puestos más sencillos, se toman muy en serio la labor de hacer el falafel. Nada de aceite viejo, pan duro, o verduras sobrecocidas. Todos los ingredientes son frescos y están llenos de sabor. Es un asunto nacional, la gente está orgullosa de su falafel, por modesto que sea, y tiene que estar bien hecho. Es un alimento más bien sano, y en Jordania comida básica de todos los dias. ¿Su precio? Dos bollos por menos de un euro, y si puedes terminar los dos, dímelo y te los pago.

 

 

 

 

 

 

 

También disfruté de una selección de lo que genéricamente llamamos la comida mediterranea… pero a la vez exóticas como el moutabel, la baba ghanoush, el labneh, y mucho pan árabe fresco para facilitar su ingestión; también los kibbeh fritos con carne molida, fetteh con pollo, y humus en cantidades fluviales. Este último, Ramón dice que es mejor decir en gran cantidades o abundante, pero a mi me gusta fluvial, y he oído también la expresión “cantidades industriales”.

Fue al comer una de las comidas locales cuando me di cuenta de que esta fue mi primera visita a la Tierra de Leche y Miel. De donde es la protagonista de mis novelas, Nathalie. Entender como hubiera comido ella, me ayudará a construirla como personaje y mujer. También me hace albergar un pensamiento profundo: ¿qué locura es esa, de escribir novelas sobre alguien tan diferente a mi? *shrug emoji*, #whaddayagonnado.

Claro que si quieres, puedes comer a lo grande en Amman. Me alojé en un hotel que flipas, muy elegante y con varios restaurantes dentro. Aparte del hecho de sentirme que no iba vestida para la ocasión todo el tiempo, disfruté mucho de la gastronomía del sitio. Las ensaladas, en especial, eran variadas, originales y creativas: una noche rúcula y manzana; la otra, espinacas y la col rizada con un pedazo de queso suave y fresco, granadas, pistacho, y zumaque esparcido:

Huelga decir que el sabor de la col rizada no entraba para nada en mis estándares. El resultado sin embargo: perfecto.

Me sorprendió mucho la cantidad de cadenas norteamericanas de comida rápida. Hardee’s, McD’s, KFC, entre otros. ¡Y en una cantidad que te deja asombrado! Camino de una reunión a quince minutos de la oficina, vimos tres Popeyes. Generalmente, esta oferta internacional es para la gente acomodada y no el Jordano medio, mucho menos para los refugiados. Había tantos centros comerciales como Popeyes, esparcidos por las zonas que yo visité. También Ikea, Virgin Megastore, y Starbucks y Costa Coffee por todas partes.

Por último, pero no por ello menos importante, tuve  una experiencia con los postres de alucine. Una sustancia…. una especie de gel derretido (el propio helado),  con toppings.  Se introducía en la  máquina que veis en la foto… y patapum por arte de birli birloque ¡helado! (excuso hablar del porque se hace helado derretido, para luego re-congelarlo mediante un proceso tan costoso y posiblemente tóxico, simplemente acepto la novedad de la exhibición…..)

A fin de cuentas, tengo que decir que el falafel de menos-de-media-euro ha sido la estrella de la semana. ¡Estoy ansiosa por volver a Amman una segunda vez este año! Ramón dice que ¡no pruebe el helado biónico ni de coña!

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